El Perro Prehistórico Portugués
- correio_da_historia

- 21 sept
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Hay descubrimientos arqueológicos que, más que hablarnos de fechas, huesos o cronologías, tocan lo que tenemos de más humano: la capacidad de sentir y de establecer vínculos. El llamado “Perro de Muge” es uno de esos raros hallazgos que, venidos del fondo de la prehistoria, nos interpelan directamente como hombres y mujeres del presente.En las orillas del Tajo y del Sorraia, en Muge, se descubrieron ya en el siglo XIX los célebres concheros mesolíticos —auténticas bibliotecas naturales donde se acumulaban conchas, huesos y objetos de comunidades que vivieron hace unos siete u ocho mil años. En este contexto apareció el esqueleto de un perro, más tarde guardado durante décadas en el Museo Nacional de Arqueología, en Lisboa. Una presencia silenciosa, a la espera de que la ciencia tuviera herramientas para contar su historia.Y esa historia comienza a contarse ahora. Gracias a recientes análisis tecnológicos, sabemos que el animal vivió entre 2 y 6 años. Más revelador aún: fue depositado con cuidado, en un gesto que trasciende el simple descarte de restos animales. La arqueología nos muestra, con rigor casi científico, lo que el corazón humano ya intuía: hace miles de años, los hombres del Mesolítico miraban a los perros no solo como auxiliares de caza, sino como compañeros, dignos de afecto y de memoria.Este dato conmueve porque nos humaniza. En Muge, mucho antes de que se consolidara la agricultura, mucho antes de las ciudades y los imperios, alguien se inclinó sobre el cuerpo de un perro y decidió darle un fin digno. Ese gesto, conservado en el silencio de las arenas y conchas del Ribatejo, es un testimonio de proximidad, de confianza y hasta, diría, de amor.No se trata, pues, solo de un hallazgo arqueológico. Se trata de un símbolo de la antigüedad del vínculo entre el hombre y el perro. Un vínculo que sigue marcándonos, sea en el campo ribatejano, en las ciudades o en nuestras casas. Al mirar el “Perro de Muge”, reconocemos que la amistad entre especies atraviesa el tiempo como una de las más bellas constantes de la condición humana.El Ribatejo, tierra de ríos y memorias, no nos da solo paisajes fértiles y tradiciones vivas. Nos ofrece también esta ventana a un pasado remoto que sigue iluminando el presente. El “Perro prehistórico portugués” es, así, un motivo de orgullo para todos nosotros: muestra al mundo que aquí, a la orilla del Sorraia, nació una de las más antiguas historias de amistad de la humanidad.
Paulo Freitas do Amaral
Profesor, Historiador y Autor





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