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El lado oscuro del Premio Nobel del portugués Egas Moniz

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El nombre de António Egas Moniz ocupa un lugar singular en la historia portuguesa. Médico y hombre de ciencia, se hizo conocido por una operación que hoy se reconoce como un error doloroso: la lobotomía. El procedimiento consistía en cortar conexiones en el cerebro de pacientes con enfermedades mentales graves. El resultado pocas veces correspondía a las promesas iniciales. Muchos pacientes quedaban apáticos, sin energía ni identidad, sobreviviendo sin verdadera vida.


La práctica se extendió con rapidez. En Estados Unidos, miles de personas fueron operadas. En Dinamarca, de manera sorprendente, el método continuó hasta comienzos de la década de 1980, aplicándose incluso a ciudadanos con discapacidad mental. La prolongación de esta intervención revela hasta qué punto la medicina puede engañarse con falsas soluciones.


La carrera de Egas Moniz no se limitó a este campo. Conquistas anteriores en el estudio del cerebro le dieron reconocimiento internacional. En 1949, el Premio Nobel coronó esa trayectoria, con especial énfasis en la lobotomía. El Estado Novo aprovechó la ocasión para presentar a Portugal como un país capaz de afirmarse en la ciencia mundial, transformando la distinción en propaganda nacional.


Lisboa fue el escenario de los experimentos que abrieron camino al premio. Hospitales vinculados a la Universidad sirvieron de espacio para la aplicación de la técnica, apoyada por organismos oficiales que financiaban la investigación. La celebración internacional terminó premiando una práctica que pocos años después caería en descrédito.


Paulo Freitas do Amaral – Profesor, historiador y autor

 
 
 

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