Cuando un barco se dirigió a Timor-Leste
- correio_da_historia

- 5 sept
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En marzo de 1992, un pequeño barco se atrevió a desafiar el silencio cómplice de las potencias y la indiferencia de la comunidad internacional. El Lusitânia Expresso, barco fletado por ciudadanos portugueses y extranjeros, salió de Lisboa rumbo a Dili, Timor-Leste, en un gesto simbólico de rechazo a la ocupación indonesia tras la masacre de Santa Cruz.
A bordo viajaban personalidades de relevancia. Entre ellas estaba el médico Rui Marques, fundador del Movimiento para la Independencia de Timor-Leste (MEP) y coordinador de la Misión Paz en Timor, que dedicó su vida cívica a la promoción de la autodeterminación timorense. Con él viajaban también João Bosco Mota Amaral, entonces presidente de la Asamblea de la República, Almeida Santos, Medeiros Ferreira, representantes de la Iglesia, periodistas y jóvenes activistas que veían en este viaje una forma de transformar la indignación en acción.
El barco nunca llegó a Dili. Interceptado por buques de guerra indonesios frente a Timor, se vio obligado a regresar. Pero esta derrota física se convirtió en victoria política. Las imágenes recorrieron el mundo: Portugal, pequeña nación europea, confrontaba a Indonesia ante las cámaras, mostrando la evidente asimetría entre ciudadanos desarmados y fragatas militares. La operación dio visibilidad internacional a la causa timorense, presionó a las Naciones Unidas y reforzó la solidaridad entre la diáspora y Lisboa.
Los resultados no fueron inmediatos, pero fueron palpables. La masacre de Santa Cruz dejó de ser un episodio olvidado en Yakarta y se inscribió en la conciencia europea y americana. La insistencia portuguesa ganó fuerza diplomática y la causa timorense se consolidó en el debate internacional hasta culminar en el referéndum de 1999, que condujo a la independencia del nuevo Estado en 2002. Rui Marques continuó liderando iniciativas de solidaridad, ayudando a estudiantes timorenses, participando en la creación de la Asociación 12 de Novembro y, más tarde, en el Centro Juvenil Padre António Vieira en Dili.
Hoy, cuando otro barco se dirige a Gaza, muchos recuerdan el precedente timorense. Allí también, el gesto no se mide por la robustez del casco, sino por el valor simbólico de enfrentar una injusticia. Si el Lusitânia Expresso mostró que la persistencia de la solidaridad podía sacudir el silencio de un imperio, el barco que se dirige a Gaza se inscribe en la misma tradición: a veces, son los frágiles movimientos civiles los que escriben la Historia.
Paulo Freitas do Amaral, Profesor, Historiador y Autor





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