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Cuando Salazar rechazó el cargo de Rector de la Universidad de Coímbra

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En la década de 1920, António de Oliveira Salazar era profesor catedrático en la Universidad de Coímbra, ya reconocido por su profundo conocimiento de la disciplina que enseñaba. En ese periodo surgió la propuesta para ocupar el cargo de Rector, una posición de prestigio que muchos habrían deseado. Salazar la rechazó, justificándose con una frase que se volvió célebre: «Antes gobernar un país que una universidad».

La frase revela más que ambición: muestra una clara percepción del ambiente académico. La Universidad de Coímbra no era solo una institución de enseñanza; era también escenario de rivalidades discretas, juegos de prestigio y egos inflados. Muchos profesores se movían por intereses personales y alianzas, y la gestión de la institución podía transformarse en un campo minado de intrigas. Asumir el Rectorado significaba navegar en ese mundo complejo, algo que Salazar decidió evitar.

Durante este periodo, permaneció atento a las dinámicas internas de la Universidad. Sabía que decisiones aparentemente neutrales podían depender de acuerdos informales entre docentes influyentes, y que el cargo de Rector colocaba con frecuencia a quien lo ocupaba en el centro de presiones discretas, disputas y alianzas. Al no asumir el cargo, mantuvo autonomía y se apartó de juegos de poder, concentrándose en el trabajo académico sin exponerse a tensiones que podrían condicionar cualquier decisión.

Coímbra, en los años 1920, era una ciudad donde la tradición se mezclaba con pequeñas disputas de influencia. Entre consejos de facultad y reuniones privadas, algunas decisiones sobre nombramientos o distribución de recursos se tomaban fuera de las instancias oficiales, en conversaciones discretas entre grupos de docentes. Salazar conocía estos mecanismos y se mantuvo distante de ellos, consciente de que la vida académica tenía su propia política, invisible para quienes solo miraban los edificios y las aulas.

Incluso rechazando el Rectorado, permaneció atento a lo que ocurría a su alrededor. Las tensiones entre facultades, la manera en que se resolvían los conflictos de prestigio y la necesidad de negociar espacios de influencia eran escenarios que Salazar observaba con claridad. Esa comprensión del ambiente académico muestra que su elección no fue solo evitar responsabilidades, sino evaluar de manera realista los riesgos y las complejidades de asumir un papel que, a primera vista, parecía únicamente honroso.

Paulo Freitas do AmaralProfesor, Historiador y Autor

 
 
 

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